Un estudio longitudinal analizó el comportamiento de niños entre 24 y 40 meses con predisposición genética a trastornos del espectro autista (TEA) y TDAH. Los resultados mostraron que estos niños tendían a pasar más tiempo frente a pantallas. Aunque no se estableció una relación causal, el estudio sugiere que el uso prolongado podría ser una señal temprana de estos trastornos, lo que abre la puerta a una detección más temprana y a intervenciones preventivas.
📌 Fuente: ScienceDirect
En una investigación con 1.994 niños de 36 meses, se observó que aquellos que pasaban más de dos horas diarias frente a pantallas presentaban más problemas de comportamiento, retrasos en hitos del desarrollo y un vocabulario más limitado. En cambio, los niños con menos de una hora diaria mostraban mejores resultados en estas áreas. Este estudio refuerza la importancia de limitar el tiempo de exposición en los primeros años de vida.
📌 Fuente: PubMed
Un estudio centrado en niños de 18 meses encontró una asociación negativa entre el tiempo de pantalla y el desarrollo cognitivo. A mayor exposición, menor rendimiento en áreas como la memoria de trabajo, la atención sostenida y la flexibilidad cognitiva. La investigación destaca la necesidad de priorizar actividades interactivas y presenciales durante esta etapa crítica del desarrollo cerebral.
📌 Fuente: PubMed
Un estudio de seguimiento con más de 8,000 niños entre 9 y 11 años, identificó que el uso diario de pantallas se relacionaba con una conectividad más débil en las regiones cerebrales responsables del control inhibitorio. Esto podría traducirse en dificultades para el autocontrol, la toma de decisiones y la regulación emocional en etapas posteriores.
📌 Fuente: PubMed Central
Una investigación reveló que una mayor exposición a pantallas en la infancia se asociaba con alteraciones en las redes cerebrales vinculadas al procesamiento emocional y el control cognitivo. Sin embargo, la lectura conjunta entre padres e hijos actuaba como un factor protector, mitigando los efectos negativos. Este hallazgo subraya el valor de las interacciones afectivas y del vínculo en el desarrollo saludable.
📌 Fuente: PubMed Central
Las pantallas forman parte de nuestra vida cotidiana, y no se trata de eliminarlas por completo. Pero sí de comprender cómo afectan el desarrollo cognitivo de nuestros hijos y cómo podemos usarlas de forma consciente, equilibrada y adaptada a cada etapa. La neuroeducación nos recuerda que el cerebro infantil necesita interacción, vínculo, juego y presencia para crecer en todo su potencial.